Localizado en pleno corazón de la Costa da Morte, Camariñas es mucho más que uno de los pueblos más bonitos de la provincia de A Coruña. Es una tierra de paisajes salvajes que hipnotizan, faros centenarios que desafían temporales y una identidad moldeada por la paciencia de sus artesanas y la valentía de su gente.
El encaje ha dado fama internacional a la villa, instaurando una tradición que contrasta con el rugido del Atlántico, un mar que ha forjado leyendas y sembrado la costa de naufragios.
Desde el majestuoso faro de Cabo Vilán, hasta sus acogedoras calles y vibrante puerto pesquero, pasando por sus playas, esta villa ofrece una experiencia auténtica que invita a descubrir la esencia profunda de Galicia y su conexión con el mar.
Quédate con nosotros, porque hoy te vamos a descubrir lo mejor qué ver en Camariñas. Aquí te dejamos con 8 planes perfectos para descubrir la esencia de esta villa.
Qué ver en Camariñas: 8 planes para una escapada perfecta por la Costa da Morte
Para que aproveches al máximo tu visita a Camariñas, hemos preparado un recorrido con los lugares imprescindibles. Esto es todo lo que no te puedes perder para conocer lo mejor del pueblo y sus alrededores. ¡Toma nota!
Sumergirse en Camariñas y su puerto pesquero
Pocos lugares definen mejor la esencia de un pueblo marinero que su puerto. Y esto cobra más sentido en Camariñas, pues es uno de los más importantes de la Costa da Morte.
Asomado a la ría, su muelle es un escenario en constante movimiento, con barcos que van y vienen y el continuo trajín de los pescadores manejando sus nasas y aparejos.

Aunque cualquier momento es bueno para dejarse caer por él, es a última hora de la tarde, cuando este revela su verdadera alma. Con la llegada de los barcos con las bodegas llenas, la actividad se concentra en la lonja de la Cofradía Virxe do Monte, donde comienza el ritual para decidir el destino de las mejores capturas del día.
Para completar la experiencia nada mejor que acercarse al Club Náutico, donde podrás alquilar un kayak, una tabla de paddle surf o incluso un barco a vela.
En una fachada del puerto busca un antiguo barómetro. Fue un regalo del Almirantazgo británico a Camariñas en agradecimiento por su auxilio a los náufragos del HMS Serpent. Un adelanto tecnológico para la época y un homenaje a la perpetua solidaridad del pueblo camariñano con quienes naufragaban en sus peligrosas costas.
Visitar el Museo do Encaixe, uno de los imprescindibles qué hacer en Camariñas
Si Camariñas tuviera una banda sonora, sería el repiqueteo hipnótico de los bolillos de madera. Un ritmo que durante siglos ha salido de las manos de las palilleiras, verdaderas guardianas de un legado transmitido de abuelas a nietas.
Y el mejor lugar para sumergirse en este noble arte es el Museo do Encaixe de Camariñas. Inaugurado en 1996, es mucho más que un espacio expositivo: es un tributo vivo a un oficio artesanal que ha moldeado la identidad de esta villa marinera.
Al cruzar su puerta, el visitante se adentra en un ambiente cargado de historia, donde piezas de encaje meticulosamente elaboradas y los útiles tradicionales como los bolillos revelan el arte que las palilleiras han perfeccionado durante siglos.

Cada Semana Santa, Camariñas se convierte en una pasarela global con la Mostra do Encaixe, un evento declarado Fiesta de Interés Turístico que reúne a maestras de todo el mundo para demostrar que esta artesanía está más viva que nunca.
Y para quienes quieran llevarse de vuelta a casa un pedacito de Camariñas, nada mejor que visitar las tiendas del pueblo, donde podrás comprar estas creaciones artesanales.
Visitar Cabo Vilán y ver una puesta de sol
Resulta casi un tópico hablar de la belleza sobrecogedora de los paisajes de Galicia, pero hay lugares que obligan a reformular cualquier adjetivo. Y el Cabo Vilán es uno de ellos.
Localizado en un impresionante acantilado que se clava en el Atlántico, este escenario tan imponente fue declarado Sitio Natural de Interés Nacional ya en 1933. Y no solo por el paisaje, sino también porque aquí se encuentra una de las pocas colonias de gaviotas tridáctilas de España, junto a la de las Islas Sisargas en Malpica de Bergantiños.

Coronando este paraje se alza su faro, un centinela levantado tras incontables naufragios que ostenta el honor de haber sido el primero de España en funcionar con energía eléctrica. Su luz, que emite dos destellos blancos cada 15 segundos, sigue guiando a los navegantes por uno de los tramos más traicioneros y bellos de la Costa da Morte.
Hoy, el edificio auxiliar del faro acoge el Centro de Interpretación de los Naufragios, Faros y Señales Marítimas de la Costa da Morte, el lugar ideal para descifrar las leyendas de esta peligrosa costa. La entrada es gratuita y la visita, créeme, vale mucho la pena.

Como vale la pena también quedarse a ver la puesta de sol, cuando el cielo se tiñe de mil colores y permite entender porque este es un lugar verdaderamente mágico.
El alma del faro de Cabo Vilán tuvo nombre de mujer durante 43 años. Se llama Cristina Fernández Pasantes, y fue una pionera que se abrió paso en un mundo de hombres para ser una de las primeras fareras de España y la última en retirarse de la profesión, una trayectoria reconocida con la medalla Emilia Pardo Bazán.
Descubrir el Museo de Man de Camelle
Hay vidas tan singulares que se convierten en leyenda, y la de Manfred Gnädinger podría considerarse la gran epopeya de la Costa da Morte. Conocido por todos como Man, el Alemán de Camelle, este artista y filósofo llegó en 1962 para no marcharse jamás.
Aquí, en total comunión con el océano, vivió como un anacoreta durante cuarenta años, vestido apenas con un taparrabos y alimentándose de lo que la naturaleza le ofrecía.
Con las rocas, conchas y tesoros que el mar le regalaba, fue dando forma poco a poco al único jardín escultórico marino del mundo, un extraordinario laberinto de formas orgánicas, espirales de rocas y totems que dialogaban con el Atlántico. Era su obra maestra, un testimonio de armonía entre el ser humano y el paisaje.
Todo cambió en noviembre de 2002. La marea negra del Prestige arrasó su santuario, manchando no solo la costa, sino también su razón de ser. Un mes después, Man fallecía. Muchos dicen que de la enorme pena de ver destruido su legado.
Hoy, el museo recoge piezas originales, cuadernos, fotografías y recuerdos que permiten descubrir la personalidad, creatividad y filosofía de una persona irrepetible.

Y aunque, después de los últimos temporales que azotaron Camariñas, del jardín original apenas quedan vestigios, estos siguen librando desde el espigón su batalla contra el mar, como el eco del espíritu indomable que era Man.
Descubrir el pasado de Camariñas en A Ponte do Porto
Hay lugares cuyo nombre es toda una declaración de intenciones, y A Ponte do Porto es uno de ellos. Su puente de piedra, con origen en el siglo XIII, sigue siendo el gran emblema de este pequeño y pintoresco pueblo localizado en la desembocadura del Río Grande.
Lejos de la tranquilidad actual, bajo sus cuatro arcos, donde hoy se mecen pequeñas barcas, antaño se situaba un puerto clave en el tráfico de madera y en la construcción de barcos. Y fue precisamente aquí, en sus ferias, donde el encaje de Camariñas inició su conquista del mundo, con hilos que viajaban a toda Europa y América.

En la actualidad, ese pujante pasado comercial se intuye en las casas de piedra del pueblo y se custodia en su Museo Etnográfico, con una interesante colección de centenares de piezas donadas por los propios vecinos.
Para completar la experiencia, nada como recorrer el paseo fluvial hacia Porto de Cereixo, ya en el vecino municipio de Vimianzo, un trayecto que desvela la esencia serena de un lugar que cambió el bullicio por la calma, pero que todavía no ha olvidado su historia.
Frente a la iglesia de San Pedro de A Ponte do Porto se esconde un insólito puente cultural con el sur de España. Se trata de la conocida como Fonte dos Leóns, una réplica exacta de la famosa fuente de la Alhambra de Granada. Sin duda alguna, una de las cosas más curiosas qué ver en Camariñas.
Visitar el Cementerio de los Ingleses
Si tuviéramos que elegir un solo lugar qué ver en Camariñas para capturar su esencia, ese sería el Cementerio de los Ingleses. No obstante, pocos enclaves encarnan con tanta crudeza el porqué de un topónimo tan legendario como este solemne camposanto. Y es que la Costa da Morte se llama así por algo, no por casualidad.
Su origen se encuentra en la trágica noche del 10 de noviembre de 1890, cuando el buque-escuela británico de la Royal Navy HMS Serpent fue engullido por las rocas de Punta do Boi. De los 175 jóvenes tripulantes, la mayoría, cadetes, solo tres sobrevivieron.

Durante varios días, las olas devolvieron los cuerpos a la ensenada de la Praia do Trece. Fueron los vecinos de Camariñas y Xaviña quienes, en un acto de profunda humanidad, se encargaron de recuperarlos y darles sepultura aquí mismo.
La conmoción por el desastre fue tal que no solo se levantó este camposanto, sino que aceleró una decisión crucial: la construcción del nuevo Faro Vilán, inaugurado en 1896.
Hoy, el Cementerio de los Ingleses está incluido en la Ruta Europea de Cementerios y visitarlo es hacer un homenaje a las vidas que se cobró el mar y a la solidaridad de un pueblo que tendió la mano más allá del idioma y la bandera.
Pero, desafortunadamente, la historia del Serpent es solo el capítulo más conocido de una larga lista de desastres. Para descubrirla, se ha creado la Ruta de los Naufragios, un itinerario con más de 60 puntos de interés que permite no solo conocer la historia de los naufragios en Camariñas, sino también numerosos misterios, mitos y leyendas.
Alucinar con sus playas y su salvaje naturaleza
Alejarse de la típica imagen de un día de playa es crucial para comprender la esencia salvaje de Camariñas. Y es que aquí, el litoral se muestra en su versión más auténtica, dominado por el viento, la arena y el océano como únicos protagonistas. Y el mejor ejemplo de esta belleza indómita es el conjunto formado por la Praia do Trece y la Duna de Monte Branco.

Trece no es una sola playa, sino una sucesión de calas de arena blanquísima separadas por rocas que dotan al paisaje de una belleza inconfundible y lo convierten en uno de los lugares más bonitos de la Costa da Morte y hasta me atrevería a decir que de toda Galicia. Y créeme, por mucho que te lo cuenten, no hay nada como verlo en directo.
A su espalda se alza, realmente imponente, la Duna de Monte Branco, una colosal montaña de arena de hasta 150 metros que el viento ha modelado durante milenios, convirtiéndola en una de las dunas rampantes más grandes de Europa.
Y es a sus pies donde crece la corema album, un pequeño arbusto protegido cuyo fruto, la caramiña, da nombre no solo al municipio y la villa de Camariñas, sino que también tiene relación con otros topónimos gallegos como A Pobra do Caramiñal, demostrando que esta especie en peligro de extinción dominaba antes gran parte del litoral de Galicia.
Este carácter salvaje se repite en las vírgenes Praias de Reira, mientras que arenales más tranquilos como Lingunde, Lobeiras o Ariño, ofrecen alternativas para todos los que buscan conectar con la belleza de la costa de Camariñas.
Mirador Alto da Vela
Inaugurado en 2024 y localizado en la carretera que va a Cabo Vilán, el Mirador Alto da Vela es otro de los lugares qué ver en Camariñas que no te puedes perder.
Y es que, más allá de ser un balcón panorámico a la inmensidad de la Costa da Morte, con espectaculares vistas que abarcan desde Fisterra hasta Muxía pasando por el propio Cabo Vilán, este mirador representa un emotivo homenaje a la esencia de Camariñas.
Veinte esculturas de acero, de más de tres metros de altura, reproducen los alfileres usados por las palilleiras, recordando a las artesanas que esperaban pacientemente el regreso de sus seres queridos del mar haciendo lo que mejor sabían hacer: encaje de bolillos.
Más allá de Camariñas: qué ver en los alrededores
Si bien la visita a Camariñas merece la pena por sí sola, lo cierto es que es el punto de partida perfecto para explorar los encantos de la Costa da Morte, que no son pocos. Y es que en un radio de apenas una hora, se despliegan paisajes, historia y cultura por doquier.
A tan solo 20 minutos hacia el sur, Muxía es una de las paradas obligatorias en cualquier ruta. El Santuario da Virxe da Barca y sus piedras sagradas, la de Abalar y la de Os Cadrís, convierten el lugar en un escenario mágico, especialmente al atardecer.

Un poco más allá, se encuentra el legendario Cabo Fisterra, el antiguo fin del mundo para los romanos y el epílogo emocional para los peregrinos del Camino de Santiago. Aquí, además, se puede vivir la experiencia de dormir en un faro en Galicia, en el Hotel O Semáforo. Sin duda, una forma perfecta de acabar una jornada de turismo por la zona.
Rumbo al norte, Laxe sorprende con su encanto marinero y la insólita Playa de los Cristales. Más lejos, a una hora de Camariñas, Malpica de Bergantiños cautiva con sus casas coloridas junto al puerto, la ermita de Santo Adrián y las vistas a las Islas Sisargas, sin olvidar la imponente presencia del singular Faro de Punta Nariga, el más moderno de Galicia.

Pero la magia de la Costa da Morte no está solo junto al mar, sino también en el interior. Y el mejor ejemplo es el Refuxio de Verdes, un oasis de naturaleza, donde el bosque se funde con el murmullo del agua y la historia de sus antiguos molinos.
Y si bien puedes descubrir estos lugares a tu aire, lo cierto es que un buen plan es hacer alguno de los tramos de la Ruta de los Faros de Galicia. ¡La experiencia merece la pena!
¿Cómo llegar a Camariñas?
La villa de Camariñas, situada en el noroeste de la provincia de A Coruña, es la puerta de entrada ideal para descubrir la Costa da Morte a tu ritmo. La mejor opción es llegar en coche propio o de alquiler, ya que tendrás la libertad de explorar con calma cada rincón.
El viaje por carretera es breve: desde A Coruña, el trayecto apenas supera la hora tomando la AG-55, mientras que desde Santiago de Compostela se tarda unos 75 minutos. Incluso desde Vigo, la distancia se cubre en menos de dos horas a través de la AP-9.
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