En el corazón de la Serra do Courel, en Lugo, hay un lugar que parece detenido en el tiempo: Seceda. Declarada Bien de Interés Cultural y Conjunto Etnográfico de Interés Turístico, esta pequeña aldea conserva la esencia de la Galicia rural de antaño.
Sus casas de piedra, apiñadas en torno a estrechas calles empedradas, nos transportan a una época en la que la vida transcurría a un ritmo muy diferente.
Seceda forma parte de la Ruta de las Aldeas Paleozoicas, un itinerario que nos invita a recorrer seis pueblos y descubrir cómo la arquitectura tradicional se funde con la geología del lugar. Pizarra, piedra caliza y otros materiales autóctonos dan forma a un paisaje único, testimonio de la armonía entre el hombre y su entorno.
Recientemente restaurada, Seceda se ha convertido en un auténtico museo al aire libre de la arquitectura popular, donde el visitante puede sumergirse en la historia y la cultura de estas tierras de O Courel.
Desde luego, es un lugar perfecto para vivir una experiencia slow, desconectar del ajetreo del día a día y dejarse embaucar por la magia de la Galicia más auténtica. ¿Nos acompañas a descubrir uno de los pueblos más bonitos de Lugo?
Una pincelada de historia sobre Seceda
Tras su apacible apariencia, esta aldea esconde una interesante historia. Y es que si bien ahora Seceda es un remanso de paz, en su día fue un lugar lleno de vida y actividad, cuya importancia en la región queda patente en los vestigios que aún perduran.
Durante la época romana, el Castro de Seceda formó parte de una red de asentamientos que controlaban la intensa actividad minera del valle del río Lor.
Estos asentamientos, entre los que también se encuentran los de Vilar y A Torre de Sobredo, se vinculan a la explotación aurífera que floreció en la sierra entre los siglos I y II d.C.
Los yacimientos arqueológicos, catalogados científicamente a finales de los años 70, son testigos mudos de este pasado romano que marcó el devenir de la zona.

Siglos después, Seceda se convirtió en un importante enclave comercial. No en vano, su estratégica localización convirtió a San Silvestre de Seceda en un punto neurálgico para el transporte de mineral hacia la ferrería de A Lousadela, a orillas del río Lóuzara.
Durante muchas décadas, las calles de Seceda vieron pasar carros cargados de mineral, siendo esta actividad el motor económico de la aldea. Las primeras referencias escritas sobre Seceda, sin embargo, no aparecen hasta el siglo XVIII.
El declive llegó con el agotamiento de las explotaciones de hierro y los cambios en el modelo económico. La repoblación forestal, que sustituyó a la menguante actividad ganadera, no pudo frenar la emigración, sumiendo a Seceda en un período de despoblación.
Un aparente infortunio que, de forma paradójica, ha permitido que esta aldea de la Serra do Courel conserve su esencia medieval prácticamente intacta.
Y lo mejor de todo, ha permitido también que sus casas, construidas con materiales locales, nos revelen ahora fascinantes secretos geológicos. Y es que resulta que en los muros de las casas de Seceda podemos encontrar fósiles del Devónico.
Datados de hace más de 359 millones de años, estos fósiles nos transportan a una época en la que Galicia estaba sumergida bajo el mar y estas tierras eran el hogar de criaturas marinas como los crinoideos, unos animales parecidos a las estrellas de mar.
Seceda hoy: un ejemplo de rehabilitación del patrimonio
Seceda es hoy en día un testimonio vivo de la arquitectura popular gallega de montaña, conservando prácticamente intacto el aspecto que tenía hace siglos.
Y es que, lejos de sucumbir al abandono, la aldea ha renacido y luce más espléndida que nunca gracias a un ambicioso plan de restauración llevado a cabo a finales del siglo XX.
Este proyecto, centrado en la preservación de su valioso patrimonio, ha sabido conjugar la recuperación de la arquitectura tradicional con las comodidades actuales.
Así, pasear hoy en día por las empinadas y estrechas calles de Seceda es como hacer un auténtico viaje en el tiempo. Las casas, construidas con piedra y con tejados de pizarra, se apiñan formando un entramado urbano único.
Sus característicos corredores aéreos, que conectan las viviendas a uno y otro lado creando espacios semicubiertos, son un ejemplo de la arquitectura popular de montaña.
Esta estructura, conocida como «empoleirada», permitía a los vecinos desarrollar sus tareas cotidianas protegidos del frío y la nieve, elementos omnipresentes en la Serra do Courel.
La restauración de Seceda ha sido ejemplar, respetando la esencia de la aldea y sus elementos tradicionales. Desde las fachadas y cubiertas de las casas hasta las calles y escaleras, todo ha sido cuidadosamente rehabilitado.
Las calles lucen ahora su típico empedrado de «chapacuña», con losas de pizarra firmemente ancladas para resistir las escorrentías en las pronunciadas pendientes.
Además, se ha dotado a la aldea de una moderna red de alcantarillado y un sistema de iluminación que realza la belleza del conjunto arquitectónico sin alterar su armonía.
Patrimonio arqueológico y religioso
Seceda no solo deslumbra por su arquitectura tradicional, sino que también puede presumir de poseer un interesante patrimonio arqueológico y religioso.
A un paso de la aldea, en una loma con vistas privilegiadas, se encuentra la iglesia de San Silvestre. Este templo del siglo XVIII conserva en su interior imágenes de San Silvestre, San Blas y Santiago Peregrino. Su presencia nos recuerda la proximidad del Camino de Santiago, en concreto, la variante conocida como Camino Eufrasiano.

Para sumergirse en los orígenes de Seceda, resulta esencial visitar el Castro da Torre o de Sobredo. A unos 25 minutos a pie, en dirección a la aldea de Cortes, se encuentran los restos de este antiguo poblado castrexo, datado entre los siglos II y IV d.C.
El castro, enclavado en la ladera del Monte da Golada, se compone de 16 viviendas distribuidas en terrazas o socalcos, adaptándose así a la inclinación del terreno.
Un foso defensivo de 120 metros de largo y hasta 17 metros de profundidad protegía a sus habitantes. En la cabecera noroeste aún se distinguen los restos de una torre, que da nombre al yacimiento.

Recorrer este yacimiento es una invitación a viajar en el tiempo, a imaginar la vida cotidiana de quienes lo habitaron. Quizás fueron los habitantes de este castro quienes, en busca de mejores condiciones de vida, fundaron lo que hoy conocemos como Seceda.
Además de su valor histórico, el Castro da Torre ofrece unas vistas panorámicas excepcionales de la Serra do Courel. Un escenario perfecto para disfrutar de la belleza natural de la zona y dejarse envolver por la magia del pasado.
¿Cuál es la mejor época para visitar Seceda?
Si bien Seceda luce espléndida en cualquier época del año, es sin duda en otoño cuándo recomendamos visitar esta aldea, si lo que quieres es vivir una experiencia inolvidable.
Y es que es justo durante la estación otoñal cuando la Serra do Courel se transforma en un lienzo de colores vibrantes, con los bosques autóctonos tiñéndose de ocres, rojos y dorados. Un espectáculo visual que hará las delicias de todos los amantes de la naturaleza.

La primavera, con su explosión de vida y sus temperaturas suaves, también es una época ideal para visitar la aldea. Igual que el verano, cuando los días se alargan e invitan a recorrer los senderos y descubrir los rincones más escondidos de la sierra.
El invierno, por su parte, ofrece una experiencia única. La nieve, frecuente en estas montañas, cubre Seceda con un manto blanco, creando una atmósfera mágica y un escenario perfecto para disfrutar del silencio y la tranquilidad de la montaña.
¿Cómo llegar a Seceda?
Desde Folgoso, la capital municipal, hay que tomar la carretera LU-651 en dirección a Seoane. Alrededor del kilómetro 30, justo a la altura del área recreativa de Mogoxe, hay que desviarse a la izquierda siguiendo las indicaciones hacia Sobredo/Seceda. Desde aquí solo queda recorrer unos unos 11 kilómetros para llegar a Seceda.
Alternativamente, también es posible llegar desde la población de A Cruz do Incio en poco más de 30 minutos. Para ello hay que conducir por la carretera LU-P-1306 que pasa por A Ferrería y Lousadela. Sea cual sea la ruta que elijas, durante el trayecto podrás disfrutar de vistas impresionantes.
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