Localizada a medio camino entre las ciudades de A Coruña y Ferrol, Pontedeume se asoma a la ría de Ares como una de las villas más bonitas de toda la provincia de A Coruña.
Un destino con más de siete siglos de historia, que invita a bajar el ritmo y descubrir su inconfundible alma medieval, forjada bajo el dominio de la poderosa familia Andrade, cuyo glorioso pasado feudal dejó una huella imborrable en monumentos, calles empedradas con soportales y plazas que rebosan vida.
Pero Pontedeume es mucho más que un viaje al pasado. Su estratégica ubicación la convierte en la puerta de entrada a las mágicas Fragas do Eume, un paraíso natural, y en el punto de partida perfecto para explorar la todavía desconocida Costa Ártabra, repleta de playas salvajes y rincones cargados de mucha historia.
Si te quedas con nosotros, te guiaremos por los imprescindibles qué ver en Pontedeume y te daremos varios planes para hacer en los alrededores, de forma que aproveches al máximo tu escapada por la zona. ¡Te prometemos que no te arrepentirás!
Una pincelada de historia sobre Pontedeume
Fundada en 1270 por Alfonso X el Sabio mediante la concesión de su Carta Puebla, Pontedeume floreció como enclave estratégico gracias a su puente sobre el río Eume, que precisamente da nombre a la villa, y su privilegiada posición en la ría de Ares.
La villa creció protegida por murallas, torres y un extenso alfoz, beneficiándose de fueros y privilegios que incluían mercado propio y jurisdicción independiente.
Su historia medieval está unida, de forma inevitable, a la poderosa familia Andrade, que a partir de 1371 recibió de Enrique II el señorío de la villa. Bajo su mecenazgo se levantaron castillos, pazos, iglesias y monasterios, símbolos de un poder feudal que convirtió a Pontedeume en una de las villas más importantes den Galicia.
Durante dos siglos, los Andrade gobernaron estas tierras, enfrentándose incluso a las Revueltas Irmandiñas, y dejando un legado arquitectónico y cultural que aún define el perfil histórico de la villa. Pasear hoy por su casco antiguo es, en buena medida, hacer un auténtico viaje en el tiempo a aquella época de esplendor.
Qué ver en Pontedeume, la villa de los Andrade
¿Listo para un viaje al pasado? Pues para eso hay que perderse entre los monumentos y rincones con encanto de esta bonita villa. Por eso, a continuación, te guiamos por los lugares imprescindibles qué ver en Pontedeume y su casco histórico.
El Puente de Pontedeume
Cualquier ruta por Pontedeume tiene un punto de partida obligado, un símbolo que da nombre y alma a la villa: su emblemático puente de piedra. Y es que más que una simple estructura, es uno de esos monumentos que cuentan, en silencio, siglos de historia.
El actual puente, levantado a finales del siglo XIX, luce quince arcos de sobria piedra que se reflejan en la ría de Ares, uniendo la villa con el vecino municipio de Cabanas.

Pero para entender el alma de esta construcción, hay que viajar a la época medieval. Aquí se levantaba una obra monumental, un puente gótico de 68 arcos y más de 800 metros, mandado construir por el poderoso Fernán Pérez de Andrade «el Bueno».
Aquella imponente estructura estaba flanqueada por torres, una capilla y hasta un hospital que daba cobijo a los peregrinos que hacían el Camino Inglés rumbo a Santiago.
Pasear hoy por el carril peatonal del puente es un auténtico placer. Especialmente, al atardecer, cuando la luz dorada baña los arcos dando lugar a una escena de postal. Sin duda, el momento perfecto para detenerse y contemplar la belleza de este icono.
El puente original de Pontedeume era tan largo que, según algunas crónicas de la época, llegó a considerarse uno de los más extensos de toda la Europa medieval.
El paseo marítimo
Después de cruzar el puente, una buena idea es dejarse llevar por el paseo marítimo de Pontedeume. Desde aquí, las vistas son inmejorables: el propio puente de piedra, el llamativo viaducto del ferrocarril y la desembocadura del Eume, salpicada de pequeñas embarcaciones de pescadores, componen una postal viva de la villa.

Y basta con girar la mirada al otro lado para recrear la vista en su bonita fachada marítima, con sus edificios con las tradicionales galerías acristaladas gallegas.
El Torreón de los Andrade
Dominando la plaza con la altiva elegancia de quien ha visto pasar los siglos, el Torreón de los Andrade se alza como el último vestigio del poderío feudal en Pontedeume.
Con sus 18 metros de altura, esta imponente estructura es lo único que queda del antiguo Pazo de los Andrade, uno de los linajes más influyentes de la Galicia medieval.

Levantado en el siglo XIV por Fernán Pérez de Andrade, sufrió los embates de la Segunda Revuelta Irmandiña en el siglo XV, teniendo que ser reconstruido posteriormente.
Hoy, convertido en sede de la Oficina de Turismo y Centro de Interpretación, el torreón invita a un viaje inmersivo para conocer los secretos de la familia Andrade y su profunda conexión con la villa pontedeumesa. En su interior, la historia cobra vida al explorar desde el esplendor feudal y las Revueltas Irmandiñas, hasta las estancias privadas del señor.
Para redondear la experiencia nada mejor que subir a la terraza, desde donde se puede obtener una de las mejores panorámicas de Pontedeume, con los tejados del casco antiguo, el mercado de abastos y el puente de piedra.
Horario de visita: de 11:00 a 14:00 y de 17:30 a 20:30
Precio de la entrada: 2€
El casco antiguo, uno de los imprescindibles qué ver en Pontedeume
Recorrer el casco antiguo de Pontedeume es un viaje directo al corazón medieval de esta villa marinera. Un laberinto de calles estrechas y empedradas, soportales de piedra y casas con balcones de forja y grandes galerías que invitan a perderse y descubrir, sin prisa alguna, el legado de una villa donde la historia se respira en cada rincón.

Durante cualquier paseo por sus calles, es fácil comprobar que la huella de los Andrade, señores de estas tierras durante siglos, sigue presente, pero también lo está la vida cotidiana que ha ido moldeando el carácter de la villa pontedeumesa.
En la Praza do Conde, antiguo centro comercial, se levanta hoy el Mercado de Abastos, un edificio sobrio y con carácter que conserva su papel de punto de encuentro. El ambiente se transforma, especialmente por las mañanas, cuando el ir y venir de los vecinos y el olor a pescado fresco animan a sumergirse en el día a día de la localidad.
Justo al lado, los Jardines de Lombardero, antaño huerta privada de la familia Andrade, ofrecen ahora un respiro verde para las familias y unas bonitas vistas sobre la ría.
La Iglesia de Santiago y la antigua muralla
Siguiendo el rastro de la historia en el casco antiguo, no será raro encontrarse con los restos de la antigua muralla. Y aunque hoy queda poco de esta fortificación que llegó a tener nueve torres y cinco puertas, todavía se conserva la Puerta del Postigo.
Y justo junto a la muralla, merece la pena hacer una parada en la majestuosa Iglesia de Santiago del siglo XVI, cuya preciosa fachada barroca da paso a un interior con una impresionante bóveda gótica estrellada y un retablo renacentista.
Las encantadoras plazas de Pontedeume
Pero el corazón de la villa late en la Praza Real, presidida por el edificio del Ayuntamiento y animada por terrazas ideales para hacer una pausa en el camino.

No menos encanto tiene la Praza de San Roque, quizás la plaza más bonita qué ver en Pontedeume. Y es que sus casas de balconadas de madera y escudos nobiliarios, tienen la capacidad de trasladarnos directamente varios siglos atrás en el tiempo.
Plaza a plaza, calle tras calle, el casco antiguo de Pontedeume revela un patrimonio vivo, convirtiéndolo en un destino fascinante y lleno de sorpresas a cada paso.
El Convento de San Agustín
Fundado en 1538 por Fernando de Andrade, primer conde de la villa, el Convento de San Agustín es uno de esos lugares que nos habla de la rica historia de Pontedeume.
Y es que aunque su iglesia fue demolida en los años 60 del pasado siglo, la esencia de su pasado sigue viva en su bonito claustro renacentista y su elegante fachada barroca, que bien merecen hacer un alto en el camino para admirarlos de cerca.

Después de la Desamortización de Mendizábal de 1835, el edificio tuvo varias vidas, sirviendo como cuartel y escuela, hasta convertirse en la actual Casa de la Cultura.
La Iglesia de las Virtudes
También conocida como Iglesia de Nuestra Señora del Soto, la Iglesia de las Virtudes, fue levantada en 1378 por Nuño Freire de Andrade «el Malo», destacado miembro de la estirpe de los Andrade. Aunque del templo original apenas se conservan elementos, destacan un sillar con el escudo familiar y el tímpano con la imagen de la Virgen.

Su aspecto actual, fruto de una reconstrucción del siglo XVII, destaca por un imponente retablo mayor de estilo barroco, atribuido al artista Alonso González, con sus características columnas salomónicas y elaborados relicarios.
¿Qué ver y hacer en los alrededores? Planes para la escapada perfecta
Si después de todo lo que has leído, Pontedeume ya te ha robado el corazón, espera a descubrir lo que ofrecen sus alrededores. Nuestro consejo es que te quedes al menos dos noches por la zona, ya que entre bosques de cuento, playas salvajes y pueblos con encanto, necesitarás tiempo para vivirlo todo. ¡Toma nota!
Fragas do Eume
A solo 10 minutos de Pontedeume, se encuentran las Fragas do Eume, uno de los 6 parques naturales de Galicia y, sin duda alguna, uno de los tesoros naturales más impresionantes de los que podemos presumir con orgullo en nuestra verde tierra.
Considerado el bosque atlántico de ribera mejor conservado de Europa, sus más de 9.000 hectáreas, que abarcan los municipios de As Pontes, Pontedeume y Monfero, esconden un ecosistema casi virgen donde la presencia humana es casi testimonial.
El río Eume ha labrado aquí durante siglos un profundo cañón cuyas escarpadas laderas son el refugio de una biodiversidad excepcional: robles y castaños centenarios, alisos, fresnos, más de veinte especies de helechos y doscientas de líquenes. ¡Una pasada!

El resultado es una postal verdaderamente única que regala paisajes pintados con una paleta infinita de tonos verdes que, además, cambia con la luz y las estaciones. No por nada es considerado el bosque más bonito de Galicia. ¡Y no es porque no haya para elegir!
Adentrarse en las Fragas do Eume es una experiencia inmersiva que invita a desconectar por completo. Sus numerosas rutas de senderismo permiten explorar un paisaje mágico, donde el canto de los pájaros y el rumor del agua son la única banda sonora.
Por el camino, te encontrarás con puentes colgantes, riachuelos cristalinos y pequeñas cascadas que bien podrían protagonizar el más onírico de los cuentos de hadas.
Y entre la espesura de este frondoso bosque, emergen monasterios como el de Caaveiro (siglo IX) o el de Monfero (siglo XII), dos joyas históricas que nos recuerdan por qué los monjes, sabios ellos, eligieron este lugar para su contemplativa vida de retiro: para vivir en armonía con una naturaleza salvaje y única.
Castelo dos Andrade, uno de los imprescindibles qué ver en Pontedeume
A tres kilómetros de Pontedeume, en el alto de Pena Leboreira, camino a las Fragas do Eume, se alza el Castelo dos Andrade, también conocido como Castillo de Nogueirosa.
Levantado a finales del siglo XIV por Fernán Pérez de Andrade «el Bueno», no como residencia, sino como baluarte defensivo que simbolizaba el poder feudal de la familia, su estratégica posición permitía dominar la ría de Ares y controlar los accesos a la villa.

Este castillo, tal como sucedió con otras fortalezas gallegas como el cercano Castelo de Moeche, la Torre de Celas o las Torres de Altamira fue testigo de uno de los capítulos más interesantes de la historia de Galicia: las Revueltas Irmandiñas.
Durante el mayor levantamiento popular de la Europa del siglo XV contra el abusivo poder feudal, la fortaleza resistió un primer asedio en 1431, pero no corrió la misma suerte en 1467, cuando fue casi arrasada en su totalidad.
Hoy, parcialmente restaurado y gestionado por el ayuntamiento gracias a un acuerdo con la Casa de Alba, ofrece al visitante un atractivo único: las impresionantes vistas desde su torre, que abarcan Pontedeume, la ría y los paisajes de las Fragas do Eume.
Cuenta la leyenda que existía un pasadizo subterráneo que unía el castillo con el Torreón de los Andrade en Pontedeume para facilitar la huida en tiempos de peligro.
Mirador de Cabría
De regreso a Pontedeume desde el castillo, conduciendo por la AC-144, no pierdas la ocasión de parar en el Mirador de Cabría, el lugar ideal para obtener una panorámica diferente pero igualmente cautivadora de la inmensidad de la ría de Ares.
Desde esta atalaya natural, las vistas abarcan el puente medieval, la villa de Pontedeume y el perfil de las localidades vecinas de Cabanas y Redes.
Redes
A menos de 10 minutos de Pontedeume, en plena ría de Ares, se encuentra Redes, una pequeña villa marinera con un encanto que atrapa desde el primer momento.
Aquí, las casas indianas de los emigrantes que hicieron fortuna en América, se alinean frente al mar con fachadas de colores y balcones de madera, creando un paisaje de postal.

Durante la visita, lo mejor es dejarse llevar y pasear por sus callejuelas para empaparse de su esencia marinera que se vive con especial intensidad en el puerto.
Allí, las tradicionales redes de pesca tendidas al sol sobre estructuras de madera evocan un tiempo en el que el ritmo de la vida lo marcaba la actividad pesquera.
No es casualidad que cineastas como Pedro Almodóvar eligieran este rincón como escenario para películas como Julieta o Silencio. Pequeño, coqueto y realmente auténtico, Redes es uno de esos lugares que parecen detenidos en el tiempo y que invitan, así casi sin darse cuenta, a alargar la visita mucho más de lo previsto.
Betanzos
A menos de media hora de Pontedeume se encuentra Betanzos, una de las villas medievales mejor conservadas de Galicia. Declarado Conjunto Histórico-Artístico, su casco antiguo invita a perderse entre calles empedradas, soportales de piedra y casas con galerías blancas que parecen detenidas en el tiempo.
Iglesias góticas como las de Santiago, San Francisco o Santa María del Azogue, junto a pazos señoriales como el de Bendaña o Taboada, nos hablan a las claras de su importante pasado medieval como una de las siete capitales provinciales del antiguo Reino de Galicia.

Pero esta es una villa que también se saborea. Y es que la famosa tortilla de patatas de Betanzos, sin cebolla y poco cuajada, es un emblema gastronómico a nivel nacional.
Para disfrutar de este manjar, lo mejor es dirigirse al conocido como «Callejón de la Tortilla» (Travesía do Progreso), donde locales como Mesón O Pote, Casa Miranda o A Taberna Escondida sirven este plato, manteniendo viva la tradición y la receta de siempre.
Ferrol y sus playas
A poco más de 15 minutos de Pontedeume, se encuentra Ferrol, una ciudad de gran historia naval y arquitectura modernista que, a menudo, es una de las grandes olvidadas en las rutas por Galicia. Créeme cuando te digo que merece la pena la parada.
Sin embargo, la ciudad departamental es también la puerta de entrada a uno de los litorales más espectaculares y salvajes de la comunidad: la Costa Ártabra.
Una costa donde la naturaleza se muestra en su estado más puro. Extensas playas de arena fina y aguas turquesas, escoltadas por verdes acantilados y dunas que conservan intacto su carácter natural, crean paisajes que enamoran desde el primer instante. Son playas abiertas al Atlántico, de fuerte personalidad, donde el viento y las olas marcan el ritmo.

Entre las mejores playas de Ferrol se encuentran arenales como Doniños, meca del surf, o San Xurxo y Esmelle. Y para quienes buscan soledad y naturaleza en estado puro, arenales como Santa Comba o Ponzos son siempre una apuesta segura.
Si te animas a descubrir la ciudad, no te olvides de disfrutar de la vibrante escena gastronómica local en alguno de los mejores restaurantes de Ferrol.
¿Cómo llegar a Pontedeume?
Esta bonita villa coruñesa se encuentra entre las ciudades de Ferrol y A Coruña, a menos de 20 minutos en coche de ambas. Pontedeume destaca por estar bien comunicada, ya que cuenta con acceso directo desde la autopista AP-9 o la carretera N-651. Para los que vienen del sur, como Santiago de Compostela, el trayecto no supera la hora de duración.
Una vez que llegues al pueblo, lo más recomendable es aparcar en las afueras, cerca del puerto o las dársenas de autobús, ya que el casco antiguo es peatonal.
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